Estamos escuchando hablar estos últimos días que la salida de la crisis es una cuestión de tiempo. En Europa, al menos, lo cierto es que muchos de los países "punteros" han comenzado a tener tasas positivas de crecimiento económico e incluso alguno -Inglaterra- ha comenzado a crear empleo.
En España nos desayunamos hoy con el dato de que nuestro PIB cayó una décima en el cuarto trimestre de 2009, lo que fue interpretado como una deceleración en la caída del PIB y un anuncio de crecimiento positivo casi inmediato. Yo no estaría tan seguro de ello.
Veamos: en diciembre creció un 18% la matriculación de vehículos nuevos, apoyado fundamentalmente por los incentivos del Gobierno con su Plan E de la automoción. ¿Cuántas décimas supuso para el PIB esta fuerte alza en el consumo? ¿Cuánto supuso para el déficit del Estado las ayudas concecidas? ¿Se van a mantener en el futuro? Parece que lo que se hizo fue "subvencionar" el crecimiento de una parte del PIB, con la consiguiente contrapartida: nuevo aumento del déficit de las cuentas públicas.
Por otro lado, se acaba de anunciar un recorte en el gasto público de 50.000 millones para los próximos meses. Desconocemos los pormenores de la medida, pero sí se dijo que el Ministerio que más afectado se vería por el recorte sería el de Fomento, o sea, la obra pública. ¿Cuánto aporta al PIB la construcción de infraestructuras? ¿Qué va a pasar cuando se paren?
Concluyendo. No podemos negar que la salida de las crisis de la mayor parte de las economías europeas va a tener un efecto "arrastre" sobre la nuestra. Pero no creo que podamos echar las campanas al vuelo tan pronto, porque tenemos serios problemas internos que no se solucionan de la noche a la mañana. Las economías domésticas seguirán teniendo serios problemas para llegar a final de mes, por lo que no se espera un alza en el consumo. La retirada de las medidas de estímulo dejará nuevamente a la economía española en la UCI. Finalmente, el Estado está ya demasiado endeudado como para seguir drenando liquidez al sistema en forma de incentivos, y el ajuste en el gasto en infraestructuras demuestra que esto ya no da más de sí. Veamos pues como evolucionan los acontecimientos, pero mucho me temo que nos vamos a ir quedando en el vagón de cola de Europa. Y eso no sería lo peor; lo peor sería quedarse desenganchado y ver como se va el tren sin nosotros.
jueves, 11 de febrero de 2010
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