Leído en el libro de visitas de un restaurante:

Si la sopa estuviera igual de caliente que el vino, si el vino fuera tan añejo como el pavo y si el pavo tuviera unas pechugas como las de la camarera, la cena habría sido inolvidable.

viernes, 12 de febrero de 2010

UN PAIS GOBERNADO POR UN FONTANERO

Imaginemos que España es un país con un enorme tejido de cañerías. Aunque están bastante desgastadas y obsoletas, todavía circula el agua a una buena presión: digamos entre un 3,6 y un 4% (por hacer un símil con el PIB).

De repente estalla una crisis que afecta a todos los países y comienzan las vías de agua. La primera afecta al sector de la construcción, que estaba sobredimensionado en España. Enorme vía de agua que no sólo hace disminuir considerablemente el flujo (caida de varios puntos en el PIB) sino que por si fuera poco echa al paro a miles de ciudadanos. Lleva el fontanero (D. Jose Luis). En su primer diagnóstico de la situación, niega rotundamente que las cañerías estén mal. Tenemos las mejores de Europa, decía. La situación le pilla de sorpresa y sin las herramientas necesarias. Esto lo arreglo yo con unos cuantos parches. Pero claro, si uno no sabe lo que pasa o no quiere saberlo, si a uno le pillan las cosas por sorpresa, lo normal es que se use la primera herramienta que se pille a mano. En este caso, se pone un primer parche de esparadrapo: el plan E de los Ayuntamientos. Consiste en mantener a la gente ocupada haciendo aceras y limpiando cunetas. Todos sabíamos que un parche de esparadrapo no aguanta mucho tiempo y, efectivamente, una vez alicatada España, todos ese empleo ficticio mantenido a base de subvenciones iba a tener que acabar donde hubiera acabado desde el principio: en las oficinas del INEM). Total, un buen mordisco a las arcas del Estado para mantener en coma a un paciente que no tenía solución. Si no estoy mal informado, cada puesto de trabajo del plan E salío a unos 28.000€, que pagamos con dinero público. El segundo parche del fontanero es un poco más sólido: consiste cerrar la vía de agua provocada por la caída de la construcción de viviendas acelerando la obra pública. Más licitaciones y más contrataciones. La obra pública es la solución que devolverá el agua a su velocidad normal, se decía. La modernidad de cualquier país pasa por unas buenas infraestructuras, que duda cabe. Es por ello que, sin que sirva de precedente, parecía que habíamos puesto un parche bastante más sólido. El problema vino porque con el tiempo aparecieron nuevas vías de agua: el sector de la automoción se tambaleó, la banca también necesitó sus ayuditas, el consumo se redujo y con él los ingresos vía IVA, las subvenciones por prestaciones crecieron considerablemente... Y tanto parche como hubo que poner, al final costó un pico. Mucho más del dinero que teníamos ahorrado. Consecuencia, 11,4% de déficit público.


Ahora viene la segunda parte del problema. Un país con unas cañerías tan parcheadas y con una deuda descomunal por compra de parches, no merece ninguna credibilidad ante los inversores nacionales y extranjeros. Nos dan imnumerables toques de atención, pero el fontanero se cree que conteniendo el agua ya arregla el problema, aunque sea ficticiamente. De repente los inversores salen pitando del "país del parche" (parchís, nos podían llamar, je je), el fontanero se acojona (¿cómo voy a cambiar las cañerías si nadie me presta el dinero?) y decide tomar medidas en sentido contrario. Muy propio de quien no tiene ni idea de su trabajo y funciona a golpe de encuesta. ¿Cuáles? Vamos a reducir nuestro déficit público en 50.000 millones y para ello, vamos a paralizar la obra pública (conviene recordar que el Ministerio de Fomento es el más afectado por el recorte del gasto).


Veamos las consecuencias de esta medida alocada, fruto de la urgencia de la situación. Nuestro PIB pasó trimestre tras trimestre de decrecer un 2,6% a hacerlo en un 0,1% en el cuarto del 2009. Podíamos pensar que los parches colocados daban su efecto y el agua volvía a fluir cada vez con más rapidez. Parecía que, aunque fuera de modo ficticio y subvencionado, estábamos frenando la desaceleración económica. El problema vendrá ahora cuando saquemos el parche de la obra pública. ¿Cómo va esto a afectar al PIB? Probablemente sea otra enorme vía de agua que dejará el flujo de nuevo a la economía de España en números negativos (mientras toda Europa seguirá creciendo cada vez a mayor ritmo) ¿Y al empleo? Pues aquellas subcontratas de la subcontrata del contratista que seguían mantiendo trabajo gracias a las obras del AVE, las autovías, etc., mucho me temo que no tendrán carga de trabajo para mantener a sus empleados por mucho tiempo. Osea, más paro.


Negro panorama se nos avecina. Esto es lo que sucede cuando no se asume que las cañerías estaban mal y había que cambiarlas desde el principio. Esto es lo que sucede cuando todas las ocurrencias pasan por poner parches. Esto es lo que sucede cuando nos gobierna un fontanero.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena metáfora sí señor. Con lo de "parchís" me he partido el culo...

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