Soy consciente de ello. Lo que voy a razonar a continuación puede generar controversia y polémica. No obstante, como este blog nació con la idea de ser un panel para la exposición libre de pensamientos, voy a arriesgarme a decir lo que pienso.
El Gobierno NO debe intervenir en el mercado laboral incentivando la contratación de jóvenes. No está suficientemente justificado y supone discriminación.
Aportaré los argumentos que me llevan a afirmar lo anterior. Estamos en un momento tremendamente difícil para aquellos que no tienen trabajo. En los dos últimos años cerraron en España unas 300.000 PYMES (entre empresas y autónomos), dejando en paro a casi 2 millones de personas. Así las cosas, el problema del paro es un auténtico drama social para el país y en particular para aquellas familias que lo padecen.
Hay dos colectivos tremendamente afectados: los jóvenes y las personas de media edad.
Los jóvenes.- históricamente tienen serios problemas para encontrar trabajo. Se habla de un paro juvenil de casi el 40%, cifra escandalosamente abultada si además la comparamos con otros países de Europa. Hace años se hablaba de este colectivo usando en acrónimo "JASP": Joven Aunque Sobradamente Preparado. Yo creo que es así: nunca tanta gente tuvo acceso a la Universidad en España y nunca hubo una generación de jóvenes tan preparados como los de ahora. Evidentemente parece que existe un serio problema de ajuste entre la preparación de la gente y las demandas o requerimientos de las empresas. No es un problema de anteayer, insisto, sino que arrastramos este lastre desde hace más de una década. ¿Es el momento ahora de favorecer su incorporación con incentivos a las empresas? Yo creo que es bastante inoportuno, y luego explicaré por qué.
Gente de mediana edad.- la crisis actual arrastró al paro a muchas personas que llevaban "toda la vida" en la empresa. Suele ser gente con una formación básica (contabilidad, algún oficio...) y a veces ni eso (gente que empezó a trabajar desde muy joven y fue prosperando internamente en la empresa). Pensemos en toda esta gente que trabajaba para las multinacionales del automóvil y que se echaron años y años en una cadena de montaje. En general tienen un nivel de formación inferior a los jóvenes y arrastran el lastre de no estar actualizados en sus conocimientos. Para muchos de ellos será difícil recolocarse en puestos muy diferentes a los que ejercieron "toda la vida", por lo que corren el serio riesgo de verse excluidos del mundo laboral por muchísimo tiempo. Máxime cuando parece que vamos hacia un modelo productivo diferente, más tecnológico, basado en sectores radicalmente diferentes a la construcción o la hostelería.
Veamos alguna diferencia importantísima entre ambos colectivos, advirtiendo que son GENERALIZACIONES (aunque soy consciente que toda generalización acarrea injusticia, estos temas hay que tratarlos así, en líneas generales, sin entrar en particularizaciones que sé que existen).- los jóvenes necesitan un trabajo para lograr su independencia del seno familiar, que hasta ahora es su fuente de recursos; los "adultos" necesitan un trabajo para subsistir, puesto que no tienen el recurso de la familia; los jóvenes no suelen tener cargas familiares (ni hipoteca ni hijos); los adultos tienen ambos lastres: generalmente deben soportar el pago de unos recibos fijos a fin de mes y además aportan el sustento para su familia (mujer -en caso de que no tenga trabajo- e hijos). Los jóvenes suelen estar más formados; los adultos necesitan un intenso reciclaje para ponerse al día y poder competir en igualdad de condiciones; la ausencia de cargas familiares favorece la movilidad geográfica, característica muy importante en estos tiempos que favorece a los jóvenes. Los adultos, por contra, deben renunciar a puestos de trabajo en otras localizaciones por culpa del anclaje que les supone su vivienda actual, para colmo nada fácil de vender a día de hoy.
Con este planteamiento -insisto, general-, me parece una injusticia incentivar a las empresas para que favorezcan a uno de los dos colectivos, en detrimento de otro. Yo sólo veo justificado el incentivo a personas discapacitadas, porque sí creo que existen prejuicios sociales por parte de los empleadores que le impiden a este colectivo competir libremente por un puesto de trabajo. Para el resto de colectivos, debe dejarse libertad al entrevistador para que elija a la persona que considere más capacitada para cubrir una vacante (sea joven o adulto), sin que exista por medio ningún incentivo que beneficie a uno en contra del otro. Por supuesto que creo que el paro juvenil del 40% es un drama; por supuesto que reconozco el derecho de los jóvenes a encontrar un trabajo digno y acorde con el esfuerzo formativo realizado; pero creo que es bastante inoportuno y discriminatorio favorecerlos en unos momentos de tanta escasez laboral. En las familias existen verdaderos dramas sociales: algunas de ellas perderán sus pisos si en poco tiempo no encuentran los recursos suficientes para afrontar el pago de la hipoteca. El subsidio es limitado e insuficiente para afrontar la situación "in eternum". Muchas de ellas no pueden acudir al sustento de sus padres, próximos a la jubilación o ya jubilados, cosa que sí están haciendo los jóvenes. Ambos colectivos deben competir en igualdad de condiciones por el mismo puesto, sin intermediación del Gobierno en favor de uno y en contra del otro.
¿Cuál es el papel del Gobierno? En lugar de gastar el dinero incentivando la contratación de los jóvenes, debe destinar ese dinero a crear tejido industrial que sustituya al que se destruyó. Es absurdo pensar que el mercado laboral va a mejorar si desaparecen 300.000 empresas, como acaba de suceder. Es absurdo pensar que las restantes compañías van a ser capaces a absorber los 4 millones y pico de parados que hay en la actualidad. ¿Se está reactivando la demanda? No. Pues en tanto las empresas no necesiten producir más, no necesitarán más trabajadores. El Gobierno debe incentivar y potenciar la creación de empresas, incentivar la creatividad y el emprendimiento. Debe buscar alternativas empresariales que regeneren nuestro país y favorezcan la incorporación de trabajadores. Debe crear un entorno atractivo para que el capital extranjero se fije en nosotros y traiga aquí sus fábricas. En definitiva, debe ponerse el punto de vista en la aparición de nuevas compañías en sustitución de las que se fueron al tacho. Cuando esto sea así, ni los jóvenes ni los adultos que quieran trabajar tendrán excesivos problemas para hacerlo. Mientras tanto, que cada uno compita con sus armas por los escasos puestos que se ofertan y que cada empresa elija sin condiciones al trabajador óptimo sin distorsión en la contratación.
He acabado. Aquí pongo mis dos mejillas para recibir los tortazos que me quieran dar.
domingo, 7 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario